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Los Lusíadas

Poema épico en diez cantos

Luis de Camoens

9781465655769
211 pages
Library of Alexandria
Overview
Para esta edición se ha elegido la notable traducción que del inmortal poema de Camoens hizo en verso, en el año de 1580, el maestro Luis Gómez de Tapia, esmeradamente corregida ahora. Luis de Camoens nació en 1524, del oficial de marina Simón Vas de Camoens y doña Ana de Sa y Macedo, dama de ilustre prosapia. Recibió una esmerada educación, y, terminados sus estudios en la Universidad de Coimbra, volvió a Lisboa cuando contaba unos veinte años, y contrajo valiosas amistades. Desterrado a Ribatejo por los años de 1545 a 1550, a causa de su ardiente pasión por Catalina de Ataide, hermana de don Antonio, favorito de Juan III, pasó luego al África con las tropas portuguesas, corrió serios peligros y perdió el ojo derecho en un encuentro con los moros. Vuelto a Lisboa en 1552, y combatida su alma por graves sinsabores, partió el año siguiente para las Indias orientales, con el humilde título de escudeiro de la flota de Fernando Álvarez Cabral. Dió pruebas de gran bravura en varias expediciones y combates. El gobernador Barreto, sintiéndose herido por una sátira de Camoens, que desde su juventud cultivaba la poesía, lo desterró a las factorías de Macao, recientemente fundadas en las costas de China. Los tres años que duró su destierro en este país parecen haber sido los más fecundos de su vida. Allí dió las últimas pinceladas a su obra capital, empezada, como se supone, en 1547. De regreso en Lisboa en 1570, después de dieciséis años de ausencia, preparó la publicación de su gran poema que vió la luz en 1572, siendo tal su popularidad, que hubo que reimprimirlo dos veces más en el mismo año. Sin embargo, la tradición supone al poeta sumido en tal miseria, que sólo a la caridad de uno que había sido su esclavo debió el necesario alimento en los últimos años de su vida, y uno de sus contemporáneos afirma que no tenía en el lecho de muerte una mala manta que le defendiera del frío. Su entierro se verificó en la iglesia de Santa Ana (1579), y sólo al cabo de dieciséis años se puso un epitafio en su tumba. En Los Lusíadas, Camoens cantó la historia entera de Portugal, uniéndola por medio de narraciones intercaladas en la acción del poema a los viajes y descubrimientos hechos por los portugueses, los lusitanos, bajo la dirección del gran Vasco de Gama en el año de 1497 doblando el cabo de Buena Esperanza. Se componen de diez cantos. Júpiter reúne en asamblea a los dioses del Olimpo y les recuerda las expediciones de los antiguos lusitanos, la reciente gloria de los portugueses en sus empeños contra los moros, les señala los bajeles de Vasco de Gama bordeando las costas de África, y muéstrase favorable a tan valeroso navegante. Los dioses se dividen, y mientras Baco, temeroso de ver eclipsado su gran poderío en la India, se declara contra ellos, Venus y Marte los protegen y envían como mensajero a Mercurio para dirigir su navegación. Seguimos luego a Vasco y sus compañeros en sus descubrimientos por las costas africanas. Tras diversos incidentes llegan a Melinde, cuyo rey les ofrece generosa hospitalidad, y el poeta aprovecha esta ocasión para hacer contar a Gama los detalles de su expedición y al mismo tiempo toda la historia de su patria. Vuelven los navegantes a sus expediciones, escapando de mil tremendos peligros, gracias a la protección de Júpiter y Venus. Llegan a Calicut, cuyo rey recibe a Gama con gran pompa. Los malabares, temerosos de que los que llegan como comerciantes se rijan como dominadores, logran que en el consejo del Emperador predomine la idea de acabar con los portugueses. El valor y la previsión de Gama dominan todos los obstáculos, saliendo por fin victoriosa la escuadra hacia Portugal, llevando pruebas palpables del feliz resultado de la expedición.