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La simulación en la lucha por la vida

9781465653956
400 pages
Library of Alexandria
Overview
Es método en las ciencias biológicas, llegar al conocimiento de la función normal por el estudio de su patología; examinando las lesiones de los centros nerviosos enfermos y relacionándolas con los síntomas previamente observados, ha podido inferirse la fisiología normal de esos centros. De igual manera las ciencias sociales han aprovechado el estudio de complejos problemas de patología social, conflictos internos y externos, crisis, violencias y otras perturbaciones de la evolución social. En las ciencias psicológicas, por fin, el análisis de las anormalidades de la actividad mental, ha permitido comprender mejor las funciones psicológicas normales; lo que ha sido elevado por Ribot a método de investigación. Convergiendo, pues, hacia la psicología individual por el camino de la psicopatología, y hacia la sociología por el estudio de los fenómenos de patología social, penetramos en los dominios de la locura y del delito. En la encrucijada de ambos fenómenos—conjunción sabiamente observada por Maudsley en un libro feliz,—donde la anomalía psíquica del individuo se convierte en causa determinante de su actividad antisocial, encontramos la dolorosa legión de fronterizos y alienados para quienes se entreabre la puerta sombría del delito, como si un destino inexorable los apresara entre las mallas funestas de la criminalidad; la locura y el delito, justamente emparentados por Morel en su visión sintética de las degeneraciones humanas, entrelazan sus tentáculos nefastos, engendrando ese personaje magistralmente burilado por Shakespeare en su Hamlet: el alienado criminal. De particular manera—y por especiales razones de observación—nos preocupaban los casos de locura simulada por delincuentes, máxime al advertir su frecuencia desde que la justicia reconoció la importancia de la psicopatología criminal y el examen psíquico se consideró indispensable para determinar la responsabilidad de algunos delincuentes. Tal era la estática de nuestra mente. De sobre el velador tomamos, una noche, el Malade Imaginaire, de Molière, para continuar su comenzada lectura, con el higiénico propósito, entre otros, de no adormecernos bajo la influencia poco grata de una monografía sobre "Nuevos tratamientos de los bolos fecales", cuya lectura acabáramos en el British Medical Journal. Teníamos para ello nuestras razones; estudiando la psicopatología de los sueños, habíamos visto que la naturaleza de las impresiones recibidas en el período prehípnico, influye de manera intensa sobre el carácter agradable o desagradable de los sueños.