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El corazón juglar

9781465649010
188 pages
Library of Alexandria
Overview
YA es viejo, mas aun vive cual en sus años mozos, bajo un sol veraniego o una invernal ventisca; y, por esos caminos, va recitando trozos de romances en donde la tristeza se enrisca. Para llorar dolores y reir alborozos, trae a cuestas el viejo la guitarra morisca, la obscura compañera de trémulos sollozos, «de las voces, aguda; de los puntos, arisca». De villorrio en villorrio, de posada en posada, a la lumbre del día, o a la luz plateada de la noche, va el viejo desgranando el cantar. Un niño se detiene, se asoma una vecina, una puerta se abre, un balcón se ilumina...Y, rumbo al Sueño, pasa mi corazón juglar. EL Infanta Isabel empieza el viaje: de la línea del muelle al fin se arranca, y la ciudad, como de fino encaje, se va esfumando, caprichosa y blanca, y se diluye, en gris, sobre el celaje. El abigarramiento del paisaje, con ser tan pintoresco, no interesa como el claro horizonte. Es el momento en que una nube cárdena y espesa extiende un friso de rubí y argento. Cuando vuelve la calma al entrepuente, de codos en la extensa barandilla, me pongo a contemplar la maravilla de sol, y cielo, y mar, en el Poniente. Ha comenzado el viaje... De improviso una figura de mujer absorta cerca de mí se yergue, y se recorta sobre la luz, con un perfil preciso. Es una monja que detuvo el paso y ve morir la tarde. En su cabeza hay una expresión vaga de tristeza digna de la hermosura del Ocaso. El crepúsculo enciende, en fuego vivo, el oleaje de cristal sonoro. Y aquel semblante dulce y pensativo se envuelve en una atmósfera de oro y me recuerda un cuadro primitivo. El barco avanza... Sobre el mar violeta cae la noche pávida y sombría; y yo, que siento una emoción secreta, que es como una naciente simpatía, mirando a la mujer humilde y quieta, me acuerdo de la monja del poeta, la que llamaban Sor Melancolía.