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Cristóbal Colón y el descubrimiento de América

Historia de la geografía del nuevo continente y de los progresos de la astronomía náutica en los siglos XV y XVI (Complete)

9781465643254
330 pages
Library of Alexandria
Overview
El descubrimiento del Nuevo Mundo y los trabajos realizados para dar á conocer su geografía, no sólo han levantado el velo que durante siglos cubría una gran parte de la superficie del globo, sino ejercido incontestable influencia en el perfeccionamiento de los mapas y en general en los procedimientos gráficos, como también en los métodos astronómicos propios para determinar la posición de los lugares. Al estudiar los progresos de la civilización vemos constantemente que la sagacidad del hombre aumenta á medida que se extiende el campo de sus investigaciones. La astronomía náutica, la geografía física (comprendiendo bajo este nombre hasta las nociones de las variedades de la especie humana, y la distribución de los animales y de las plantas), la geología de los volcanes, la historia natural descriptiva, todas las ramas de las ciencias han cambiado de aspecto desde fines del siglo xv y principiosdel xvi. La nueva tierra ofrecía á los marinos un desarrollo de costas en 120 grados de latitud; á los naturalistas, nuevas familias de vegetales y cuadrúpedos difíciles de clasificar conforme á los tipos y métodos conocidos; al filósofo, una misma raza de hombres diversamente modificada por larga influencia de alimentación, temperatura y costumbres, pasando (sin el estado intermedio de pueblos nómadas pastores) de la vida de cazador á la vida agrícola, dividida por infinidad de lenguas de rara estructura gramatical, pero modelada en un mismo tipo. Al físico y al geólogo presenta inmensa cordillera de montañas, levantada por fuegos subterráneos, rica en metales preciosos, conteniendo en su rápida pendiente y en sus escalonadas mesetas, en espacio pequeño, los climas y las producciones de las zonas más opuestas. Jamás, desde el principio de las sociedades, se engrandeció por tan prodigiosa manera la esfera de las ideas relativas al mundo exterior; nunca sintió el hombre una necesidad más apremiante de observar la naturaleza y de multiplicar los medios de interrogarla con éxito. Podría creerse que estos asombrosos descubrimientos que, por decirlo así, se secundaban mutuamente; que estas dobles conquistas en el mundo físico y en el mundo intelectual, no fueron dignamente apreciadas hasta nuestros días, hasta un siglo en que la historia de la civilización humana ha sido descrita por filósofos capaces de abarcar de una mirada los progresos de la geografía astronómica y física, el arte del navegar, la botánica y la zoología descriptivas. Pero los contemporáneos de Cristóbal Colón nos ponen de manifiesto cómo en su misma época había hombres superiores que sentían profundamente el grande y maravilloso final del siglo xv. «Cada día, escribe Pedro Mártir de Anghiera en sus cartas de 1493 y 1494, nos llegan nuevos prodigios de ese Mundo Nuevo, de esos antípodas del Oeste, que un genovés (Christophorus quidam Colonus, vir Ligur) acaba de descubrir. Nuestro amigo Pomponio Lætus (el gran propagandista de la literatura clásica romana, perseguido en Roma á causa de la libertad de sus opiniones religiosas) no ha podido contener las lágrimas de alegría al darle yo las primeras noticias de este inesperado acontecimiento.» Y añade Anghiera con poética locuacidad: «¿A quién admirarán hoy entre nosotros los descubrimientos atribuídos á Saturno, á Ceres y á Triptolemo? ¿Qué más hicieron los fenicios cuando en apartadas regiones reunieron pueblos errantes y fundaron nuevas ciudades? Reservado estaba á nuestra época ver acrecentarse de esta suerte nuestras concepciones y aparecer impensadamente en el horizonte tantas cosas nuevas.» Cuando se estudian los primeros historiadores de la conquista y se comparan sus obras, sobre todo las de Acosta, de Oviedo y de Barcia, á las investigaciones de los viajeros modernos, sorprende encontrar el germen de las más importantes verdades físicas en los escritores españoles del décimosexto siglo.